En Agosto de 2017 se cumplieron 10 años de la puesta en marcha del sistema de criopreservación de los Niños del Llullaillaco en el Museo de Alta Montaña de Salta. La criopreservación es el método donde se utilizan bajas temperaturas con el fin de preservar las estructuras intactas de las células vivas.
Estamos muy orgullosos de haber participado activamente desde la puesta en marcha de este sofisticado sistema junto al Invap y a la Gerencia técnica del Museo. Es único en el mundo , por la modificación de la atmósfera que realiza en el interior de la cápsula, la estabilidad del frio al servicio de la conservación. Las cápsulas en las que se exhiben los cuerpos exigen un ambiente totalmente aséptico y con especiales condiciones de humedad y temperatura, monitoreados en forma permanente las 24 horas, los 365 días del año. Ante una falla, automáticamente entra en funcionamiento un protocolo de seguridad que garantiza la preservación de las piezas. Se trata de un sistema innovador para museos, pero conocido en la industria de la alimentación. Las cápsulas tienen una modificación atmosférica importante para bajar la concentración de oxígeno y evitar la oxidación de los tejidos. Se tuvieron en cuenta todos los parámetros que inciden en la preservación, como la temperatura, la humedad, los rayos ultravioleta, los infrarrojos, la transferencia de materia y las condiciones microbiológicas adversas que pudiera producir la contaminación, o la generación de hongos o esporas en la superficie del cuerpo. Algunos datos al diseño La evaluación de las condiciones en la montaña, del estado de conservación de los cuerpos y el hecho de haber aprendido de experiencias similares, nos permitió definir finalmente que el sistema de criopreservación suministra: • Confiabilidad y disponibilidad permanente. • Temperatura estable (-20° C). • Control permanente de peso (base balanza de apoyo de los cuerpos). • Capacidad para modificar la atmósfera interior, disminuyendo la concentración de oxígeno al 2%. • Sistema de iluminación sin emisión de rayos UV E IR. • Ámbito de estudio de los cuerpos a temperaturas bajo cero (-10° C). • Posibilidad de modificación de presión interna de la cápsula. • Redundancia de equipos frigoríficos, control y monitoreo. • Monitoreo las 24 hs. del día, 365 días al año. • Alimentación energética segura, disponiendo de dos grupos electrógenos de respaldo. • Rotación de cuerpos. Acerca de los Niños del Llullaillaco Todo comenzó en marzo de 1999 cuando la expedición a cargo del antropólogo norteamericano Johan Reinhard y de la arqueóloga argentina, Costanza Ceruti, ascendió hasta la cima del volcán Llullaico, uno de los más altos del mundo, para investigar las ruinas de lo que parecía ser un santuario incaico. Lo era. En lo alto de esa montaña situada al noroeste de Argentina, a más de 6.700 metros sobre el nivel del mar, los científicos descubrieron tres cuerpos momificados de forma natural, por obra de las bajas temperaturas y la sequedad de la atmósfera. El hallazgo llenó de asombro a la comunidad científica. Trabajando en condiciones extremas, a 20 grados bajo cero y con vientos de 80 kilómetros por hora, los miembros de la expedición, patrocinada por National Geographic, lograron desenterrar los cuerpos y trasladarlos a la ciudad de Salta. Las momias mejor preservadas del período precolombino, corresponden a una joven de cerca de 15 años, apodada La Doncella, a un chico de entre siete y 12 años —El Niño— y a una niña de cerca de seis años, que luego de morir fue alcanzada por un rayo. En tiempos de catástrofe los incas elegían las cumbres más elevadas de los Andes para apaciguar la ira de los dioses por medio de la chapacocha o sacrificio de niños-emisarios. Las últimas investigaciones revelan que los tres niños recorrieron a pie los 1.600 kilómetros que separan al Cuzco, capital del Imperio Inca, del volcán donde hallaron la muerte. |
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Febrero 2021
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